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Lunes 21 de Enero de 2013
En estos momentos en nuestro país ninguna fuerza política puede, por sí sola, imponer su propia visión ni un programa único para resolver los grandes retos de la nación. Cualquier reforma que se desee impulsar en el país necesita de acuerdos con diferentes fuerzas que constituyen el espectro político para que se den en un consenso ampliamente mayoritario. Los actores deben ser los ciudadanos y sus poderes en las esferas nacional, estatal y municipal. Proyectar y construir el desarrollo de la nación es la tarea del Estado y de sus instituciones. Esa construcción se pretende hacer realidad con el Pacto por México que debemos celebrar.
El triunfo de Enrique Peña Nieto ahora, o si hubiera sido el del candidato de las izquierdas –que no lo fue- no debe impedir que las diversas fuerzas políticas logren acuerdos que coloquen los intereses de las personas por encima de cualquier interés partidario de ganador o de perdedores, las metas deben ser las del bienestar social, libertad personal y seguridad, a las que aspira la gran mayoría de la nación.
Por ello, si me preguntan qué si estoy de acuerdo que exista un pacto entre las principales fuerzas políticas del país sentando las bases para realizar cambios fundamentales y de esta forma, culminar la transición democrática e impulsar el crecimiento económico que genere empleos de calidad para los mexicanos, y permita disminuir la pobreza y la desigualdad social, mi respuesta contundente será: sí estoy de acuerdo.
Mi argumento, pragmático si se quiere, tiene que ver con entender que las reformas que México necesita no pueden salir adelante sin un acuerdo respaldado por una amplia mayoría, que trascienda las diferencias políticas. Los que trabajamos en la educación, por solo referir una parte del pacto suscrito por PAN, PRI y PRD, debemos estar convencidos que el arma más poderosa de los ciudadanos es su educación, por ello todo aquello que permita consolidar un Sistema Nacional de Evaluación Educativa no para reprimir, sino para ser mejores, será bienvenido.
Que las escuelas fortalezcan la autonomía de gestión con el objetivo de mejorar su infraestructura, comprar materiales educativos, resolver problemas de operación básicos, propiciar condiciones de participación para alumnos, maestros y padres de familia, será bienvenida siempre y cuando el Estado tampoco se desentienda de su obligación constitucional de dotar de educación gratuita al pueblo de México.
Que haya escuelas de tiempo completo con jornadas de entre 6 y 8 horas diarias, con el firme mandato de aprovechar mejor el tiempo disponible para el desarrollo académico impulsando esquemas eficientes para el suministro de alimentos nutritivos a los alumnos a partir de microempresas locales, serán bienvenidas.
Que se pueda instrumentar un programa de dotación de computadoras portátiles con conectividad para todos los alumnos de 5to y 6to de primaria de escuelas públicas promoviendo la alfabetización digital, adecuando los contenidos educativos al uso de tecnología y capacitando al personal docente, será bienvenido.
Que se establezca un sistema de concursos con base en méritos profesionales y laborales para ocupar las plazas de maestros nuevas o las que queden libres y se construyan las reglas para obtener una plaza definitiva, será bienvenido.
Que se cree un programa nacional de becas para alumnos de educación media superior y focalizado a la totalidad de los alumnos de las familias con menos recursos, será bienvenido; darle impulso a un programa de “beca-salario” para evaluar su eficiencia, impacto en la deserción y el aprovechamiento escolar, será bienvenido.
Que se impulse una política cultural consistente con la composición pluricultural de la nación, como elemento de cohesión social que, entre otras cosas, permita recuperar espacios públicos y fortalezca el tejido social, será obviamente bienvenido. Es hora de dejar posiciones cerradas y mesiánicas, hoy por hoy México y los mexicanos están por encima de cualquier líder moral gestor del retroceso o la inmovilidad.
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