domingo, 27 de enero de 2013

Los gobernantes son nuestros empleados

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Lunes 29 de Octubre de 2012
Usted estará de acuerdo conmigo que Ciudad Guzmán, está considerada como una de las principales ciudades del Estado, como polo de desarrollo industrial, comercial, educativo, cultural y turístico, pero éramos hace algunos quince años más importantes todavía.


Reconocida como una ciudad media, todavía segura, todavía con clima excepcional, no por ello ajena a los desordenes climáticos a nivel mundial, la falta de agua que ha afectado a muchos de los productores agrícolas o los fuertes calores de octubre así lo evidencian.
Una ciudad identificada con un alto nivel en la prestación de servicios profesionales, de salud por el número de clínicas que atienden en primero y segundo nivel. Por el desarrollo comercial al ser centro del abasto de las poblaciones de la región, y ahora convertida también en un estratégico productor de oro verde, me refiero al aguacate, que ha despertado muchas expectativas para reactivar la economía que deberá verse reflejada en el ingreso, el gasto, el empleo y el impulso de los satisfactores.

Si de educación se trata, contamos con un alto nivel, así lo demuestran el promedio escolar por arriba del estado, el número de escuelas de educación básica, y en materia de educación superior forman a los profesionales el Centro Universitario del Sur, el Instituto Tecnológico, la Escuela Normal, la Universidad Pedagógica Nacional y otras universidades privadas y sedes de éstas.

No tengo la menor duda en señalar que importantes sectores de nuestra comunidad tenemos un compromiso con el desarrollo integral del municipio y que su pujante actividad hace que Ciudad Guzmán no quede en el rezago. Ello obliga a que quienes ahora están al frente del gobierno municipal estén a la par de estos sectores y de las exigencias de la comunidad, su nivel de atención y respuesta debe corresponder a las expectativas de un pueblo deseoso de reencontrarse con la grandeza que ha caracterizado a nuestro municipio.

Me extraña que a un mes de gobierno municipal no haya visto nada diferente, por ejemplo 10 propuestas para atender a igual número de los más graves problemas que agobian al municipio. Veo las calles y accesos con hoyos de todos tamaños y de muy distintas profundidades, veo los jardines abandonados, veo que, sin estar en contra de que la gente tenga una forma licita de allegarse el sustento, un crecimiento desproporcionado de ambulantaje; veo que se pierden los espacios públicos para convertirse en espacios privados, como la expansión de los boleros en el centro que en una medida inadecuada los distribuyeron por todo el esplendoroso jardín de la ciudad, que ahora exhiben tejabanes y todo tipo de cachivaches. No estoy en contra de una actividad económica, estoy en contra de la invasión de un espacio de todos por unos cuantos. Veo en cada esquina de las de mayor afluencia un ejército de tragafuegos y personas pidiendo limosna, muchos de ellos niños, que habla de la falta de oportunidades para la gente, eso no lo veíamos en la ciudad. Veo una plaza principal sucia y maloliente por los restos de comida que dejaron las fiestas de octubre y veo que a nadie le interesa rescatar ese espacio público que poco a poco perdemos los guzmanenses.

Ha llegado la hora, como lo refiere Denise Dresser en el libro El País de Uno, de formas de participación que trasciendan el voto, formas de exigencia y formas de comportarse frente a la autoridad, que son un componente esencial de la ciudadanía independiente. Dejar de lado un cáncer para la participación colectiva que se llama genuflexión o reverencia frente al poder, ya no estamos para ello. Comparto su idea de que los gobernantes son nuestros empleados y hay que tratarlos como tales. Que no les paguemos su sueldo con nuestros impuestos para ser víctimas de una insolente desatención.

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