COMENTARIO PARA RADIO UDEG (94.3)
Lunes 18 de Marzo de 2013
Esta semana será clave para decidir el futuro
de las telecomunicaciones en México, toda vez que, en la Comisión de Puntos
Constitucionales de la Cámara de diputados fuera aprobada su reforma. Todo parece indicar que existen consensos
entre el PRI, PRD y PAN, las tres
principales fuerzas políticas en el país, garantizando hasta 350 votos con lo
que pudiera darse la reforma impulsada en el Pacto por México, dicho sea de
paso, también suscrito por esta fuerzas políticas.
¿Qué se pretende con la reforma? De acuerdo con
los objetivos publicados en el sitio de Internet del Pacto por México, un fin
es “el fortalecimiento de los derechos vinculados con la
libertad de expresión e información y el establecimiento del derecho al acceso
a las tecnologías de la información y la comunicación, y a los servicios de
radiodifusión y telecomunicaciones, incluida la banda ancha”.
En otras palabras, se busca por un lado que otras voces u
otros concesionarios puedan transmitir abriendo el espectro de posibilidades de
nosotros la radio-teleaudiencia, de ver televisión y escuchar radio distinta a
la que existe en el mercado; por el otro, se pretende que exista una mayor
oferta de servicios de banda ancha para garantizar el acceso a las redes de la
información, es decir, Internet con mejor calidad, mejores precios, dando por
concluidos los monopolios que acaparan hasta ahora el mercado.
Otro fin es la
adopción de medidas de fomento a la competencia en televisión abierta y
restringida, radio, telefonía fija y móvil, servicios de datos y
telecomunicaciones en general, para asegurar la competencia efectiva en todos
los segmentos.
Piensen ustedes en el
supuesto de existencia de la única tienda del pueblo, que el pariente en el
gobierno le dio la concesión señera de vender, evitándole todo tipo de
competencia; que vende lo que quiere, al
precio que se le viene en gana, abre y
cierra cuando quiere y por si fuera poco los de esa tienda tratan al cliente
con la punta de los pies. El mal servicio y el mal trato a sus clientes los
basan en ser los únicos proveedores del pueblo quienes gozan de una clientela
cautiva que no tiene opciones y por lo tanto es capaz de resistir las afrentas.
Pero un día en ese pueblo, llega al gobierno alguien que
no es amigo del tendero, que abre la concesión a otra tienda, los que se
comprometen a tener un mayor surtido de productos, con mejor precio, ser
amables con la clientela, más limpia, más agradable, que conserva horarios de
venta más amplios, es decir, que no cierran
a las dos de la tarde y abren a las 5, además por si fuera poco también, con
servicios adicionales como la entrega a domicilio.
Es lógico suponer que
los clientes cansados de los precios altos, del mal servicio, de la escasa variedad de productos, y de la atención de mala calidad van a optar
por la tienda recién llegada. Pensemos más allá, la primera tienda queda
condenada a la mejora o a morir; se pone a la altura de las circunstancias y
hace lo posible por exceder las expectativas de los clientes o estará condenada
a cerrar, y con ello dejar de ser una
fuente de ingreso para sus propietarios. De eso se trata la competencia, de que
entre ellos disputen un mercado siendo mejores, y los clientes seleccionen de
entre las opciones a quienes mejores servicios ofrecen, al mejor trato y mejor
precio.
En
materia de telecomunicaciones se busca recomponer la oferta y la demanda. Del lado de la
oferta, debe haber más compañías, más canales, mejor programación y contenido.
Del lado de la demanda, debe haber acceso siempre, calidad en el acceso y preponderancia
del acceso.
También se pretende generar las
condiciones para incrementar sustantivamente la infraestructura y la obligación
de hacer más eficiente su uso, lo cual tiene un impacto directo en la caída de
los precios y en el aumento de la calidad de los servicios. En otras
palabras, otras compañías deben invertir
en tecnología, a la vez que, pueden utilizar la infraestructura de Telmex
-también debería ser para CFE- para ofrecer servicios de televisión pagada,
abierta, telefonía o banda ancha y con ello promover una aspiración añeja en
este sector que es la competencia efectiva y real.
Existen voces
valiosas que señalan que deberían incluirse en esta reforma los derechos del
público y las audiencias, siguiendo ejemplos de países de Europa, como en
Francia que se dispone de una reglamentación que protegen a públicos
vulnerables como los niños. Ojalá y el legislador que nos representa tenga la
capacidad y la sensibilidad de incluir
esta parte, pero por lo pronto, esta semana puede será clave para lograr la
competitividad en las telecomunicaciones y abrir un ajo que durante casi un
siglo fue de piedra.
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